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Los sigmaritas una historia de la iglesia de Sigmar

La Iglesia de Sigmar predica la doctrina del guerrero basada en el deber, el honor y el valor. Establecida poco después de la fundación del Imperio, la hermandad de sacerdotes de Sigmar es una de las organizaciones más poderosas del Imperio. Graham McNeill se adentra en los orígenes de la iglesia del dios guerrero imperial.

El Imperio es una de las grandes naciones del Viejo Mundo, de pensamiento avanzado, populoso y poseedor de grandes ejércitos y líderes. Pero, en lugar de ser una tierra cohesiva, el Imperio es una confederación de provincias y ciudades estado independientes que solo comparten una creencia única y una estructura política. Pero el Imperio no fue siempre así. Hace dos mil quinientos años, la tierra del Imperio era agreste e indómita y las tribus de hombres viajaban desde los bosques del norte para colonizar las tierras del sur. Los primeros documentos de esta época proceden de los Enanos y no de los humanos y en ellos se relataba como unos salvajes envueltos en pieles habían luchado contra los Orcos y Goblins que infestaban las tierras a miles. Los Enanos y estos humanos primitivos se convirtieron en aliados. Los Enanos enseñaron a los humanos los secretos de la metalurgia y la fundición de espadas con el propósito de equipar a miles de guerreros humanos que se dirigirían al este para combatir a los pieles verdes que habitaban en las montañas.

Sigmar el Guerrero
El más importante de estos humanos fue un guerrero llamado Sigmar, hijo de un caudillo de la tribu Unberogen, que nació en la época de la gran profecía, cuando un cometa de doble cola surgió en el cielo. Sigmar luchó contra los pieles verdes con una fuerza y ferocidad que ningún guerrero podía igualar, por lo que todos aceptaron que estaba predestinado a realizar grandes hazañas. Mientras atravesaba un bosque, Sigmar atacó a un grupo de Orcos que habían hecho prisioneros a unos guerreros enanos. Sigmar les liberó tras librar una gran batalla en la que acabó con la vida de un poderoso caudillo orco. Uno de los Enanos a los que liberó no era otro que el rey Kurgan Barbahierro, que regaló a Sigmar un martillo mágico conocido como Ghal Maraz, que quiere decir «rompecráneos» en la lengua de los Enanos. Sigmar blandió este martillo en muchas batallas, ganándose el sobrenombre de Heldenhammer, que significa Martillo de Goblins y, tras la muerte de su padre, Sigmar se convirtió en el caudillo de la tribu Unberogen. Sigmar se dedicó a unir las tribus humanas bajo su liderazgo, ofreciéndoles la hermandad a los que le juraban lealtad y la muerte a los que no. Las tribus que no se sometieron a su mandato las expulsó hacia las heladas tierras del norte. Cuando los reinos enanos se vieron nuevamente amenazados por los pieles verdes del este, el rey Kurgan envió a Alaric el Loco, su herrero rúnico, a pedir ayuda a sus aliados humanos. Sigmar marchó con su ejército para luchar junto a los Enanos y la fortaleza de Zhufbar fue salvada. Ese mismo año, Enanos y Hombres volvieron a unir sus fuerzas para luchar, esta vez en el Paso del Fuego Negro, un cruce estratégico de las Montañas del Fin del Mundo, por el que una inmensa horda de Orcos trataba de atravesar las montañas.

La batalla que siguió duró muchas horas, pero al final los Orcos se vieron obligados a retirarse y se acabó con la amenaza del este durante muchos años. El rey Kurgan obsequió a Sigmar una corona forjada por Alaric el Loco y la primavera siguiente, Sigmar fue coronado Emperador por el gran sacerdote de Ulric, extendiendo su dominio a las tierras comprendidas entre las Montañas Medias y las Montañas Grises. Tras ello, Alaric el Loco se embarcó en el proyecto de forjar doce espadas mágicas, los Colmillos Rúnicos, como símbolo de la alianza entre Humanos y Enanos.

Cazadores de brujas
Las prácticas del Culto de Sigmar varían enormemente de un sitio a otro, aunque todos sus seguidores tienen en común ciertos principios, como la aversión por la hechicería antinatural, la persecución de brujas y mutantes, y la aniquilación de los pieles verdes y de las criaturas del Caos.

De todos estos enemigos, los hechiceros (proscritos hasta la formación de los Colegios de la Magia tras la Gran Guerra contra el Caos) y los cultos prohibidos de los dioses del Caos son los enemigos más viles que han de ser arrancados allí donde son descubiertos. De estos peligros se encargan los incansables cazadores de brujas. Estos guerreros son rígidos en el cumplimiento del deber y puritanos, aunque no son clérigos (no pertenecen a un templo y no forman parte de ninguna hermandad, aunque a veces pueden haber recibido algún tipo de formación religiosa). Los cazadores de brujas han de mantenerse al margen de las órdenes religiosas, pero en ocasiones, cuentan con sacerdotes o magos como aliados. Los cazadores de brujas recorren el Imperio contratados por los condes para hacer cumplir las leyes y destruir todo lo relacionado con la brujería, la blasfemia y la adulación de los Dioses Oscuros.

En palabras de un cazador de brujas, cualquiera puede ser juzgado y quemado en la hoguera, acusado de brujería y cientos, si no miles, han ardido en las hogueras de los cazadores de brujas para expiar sus crímenes (y quizás no todos los que han muerto a manos de los aczadores de brujas eran culpables). Sin embargo, estas consideraciones no tienen importancia alguna comparadas con las mortíferas fuerzas a las que han de enfrentarse.

Sigmar el Dios
El reinado de Sigmar fue justo y equilibrado y el Imperio floreció bajo su mandato. Las que antaño fueran toscas aldeas se convirtieron en pueblos y ciudades florecientes y su población se multiplicó. Los habitantes del Imperio tuvieron que soportar una época de privaciones y guerra, pero bajo el liderazgo inspirador de Sigmar el Imperio creció como nunca antes había crecido. Hay pocos documentos históricos sobre el reinado de Sigmar, pero después de cincuenta años de mandato, abandonó su corona y se encaminó hacia el este, a la fortaleza enana de Karaz-a-karak para encontrarse con su viejo amigo, Kurgan Barbahierro. Sigmar viajó solo y se desconoce si logró llegar a la fortaleza enana ya que no hay testimonios escritos que lo confirmen. La época de Sigmar terminó y el primer gobernante del Imperio se convirtió en una leyenda, un antepasado heroico de su pueblo. Se erigieron templos en su memoria y en poco tiempo se desarrolló un culto basado en las hazañas míticas de Sigmar en la creencia de que algún día volverá a su pueblo en un momento de necesidad. Su regreso será presagiado con la aparición de un cometa de doble cola.

Templarios sigmaritas
Los caballeros del martillo han combatido a los enemigos de la iglesia sigmarita durante más de doscientos años, su casa capítulo y sus estatutos les han sido concedidos por el Emperador Magnus el Piadoso. Ataviados con una armadura de acero bruñido y blandiendo martillos letales en honor de Sigmar, han mantenido un historial intachable contra las amenazas al Imperio, desde los Orcos a los invasores del Caos. La piedad de los caballeros del martillo es incuestionable y los cultistas y demagogos han aprendido a temer a temer a los guerreros de cabeza rapada con su reluciente armadura y su terrorífica habilidad marcial.

En la actualidad, la orden lucha por recuperarse de las innumerables bajas que sufrió luchando junto al ejército de Valten y Luthor Huss en la Tormenta del Caos. De los cien caballeros que cabalgaron hasta la batalla librada en Middenheim, solo regresaron veinte y a los caballeros del martillo les costará años recuperarse de esta pérdida.

El Culto de Sigmar
El culto de Sigmar fue sustituido en muy poco tiempo por el de un héroe convertido en leyenda cuando un misterioso ermitaño llegó a las puertas de Reikdorf, la ciudad que crecería para convertirse en Altdorf. El ermitaño proclamaba que había tenido una visión de Sigmar rodeado por otros dioses. En el corazón de la ciudad se erigió un hermoso templo y tal era el poder de la leyenda que durante una generación fue adorado como dios. A su debido tiempo, el culto se convirtió en un clero liderado por el primer Gran Teogonista Johann Helsturm. El auge del Culto de Sigmar fue muy rápido y en poco tiempo, contaba con miles y miles de seguidores. Helsturm se convirtió en uno de los hombres más poderosos del Imperio. El poder de la iglesia de Sigmar aumentaba con el paso de los años y su organización se hizo más estructurada y unificada. Sigmar se convirtió en el patrón del Imperio y de sus habitantes, que se denominan a si mismos el pueblo de Sigmar. El culto a Sigmar llega a todos los lugares del Imperio, incluso a lugares donde existe el culto a otros dioses como Ulric y Taal. Todos los habitantes del Imperio se reconocen como el Pueblo de Sigmar o los Hijos de Sigmar, e incluso el Emperador es el Heredero de Sigmar, independientemente de cuáles sean sus ancestros.

Como la relación de Sigmar con el Imperio sigue manteniéndose activa, suele representársele como el símbolo de la nación. La iglesia de Sigmar está íntimamente asociada con el estado y la familia imperial. De todos los dioses, Sigmar se considera el dios del Imperio como una entidad política y, para muchos de sus seguidores, este alto nivel de reconocimiento del estado es uno de los aspectos menos atractivos de los templos sigmaritas. Los individuos más espirituales lo contemplan como una imposición sobre el dios personal. Como resultado, se han desarrollado muchas subsectas que adoran a Sigmar a su propia manera. Por consiguiente, de todos los dioses del Imperio, Sigmar es el que inspira una mayor discusión teosófica el que cuenta con una mayor variedad de credos y prácticas religiosas. Además del Templo Sagrado de Sigmar, hay muchos grupos y varias disciplinas teológicas. Y, aunque podría darse un sentimiento de rivalidad entre ellas por las diferencias de pensamiento tan profundas, existe una creencia universal en el poder de Sigmar que es respetada por todos. Solo en ocasiones, en las sectas más radicales esta rivalidad se convierte en disensión. En los casos más extremos, ha provocado la aparición de cultos de autoflagelación, mendicantes, estilitas, eremitas, apocalípticos, procesionales, bandas de zelotes errantes, etc.

En todo el Imperio está bien visto honrar a todos los dioses. La muestra de respeto a los dioses es una señal de buenas manerasy está asociada al desarrollo de la ética y la inteligencia. La irreverencia a los dioses o el desconocimiento expresado abiertamente Se considera una señal de poca educación e ignorancia y, además, se considera mala suerte. Incluso los sacerdotes de un dios particular muestran el respeto adecuado hacia los otros dioses y espíritus en situaciones apropiadas. Los habitantes del Imperio rinden culto a muchos dioses, aunque Sigmar es, sin lugar a dudas, el más ampliamente venerado.

El Gran Teogonista ha continuado dirigiendo el Culto de Sigmar desde los primeros días del Imperio y ha designado a dos archilectores a su cargo. Bajo estos archilectores hay un buen número de lectores normales que administran las regiones del Imperio. Cuando Sigmar pasó de la mortalidad a la divinidad, los caudillos de las tribus controladas hasta entonces por el Emperador, temieron por el futuro de sus tierras. Pero, en lugar de caer en una guerra civil, decidieron que los próximos emperadores serían elegidos y de esta forma, apareció la figura del primer conde elector imperial.

El poder de la iglesia creció y se expandió con rapidez, y no pasó mucho tiempo antes de que el Gran Teogonista fuese elegido elector, por lo que su decisión tenía gran relevancia a la hora de decidir un nuevo emperador. Con una voz tan poderosa en el Imperio, los dos archilectores a cargo del Gran Teogonista fueron designados electores, para disgusto del Culto de Ulric.

El Culto de Sigmar cuenta con tres órdenes: la Orden del Martillo de Plata, la Orden de la Antorcha y la Orden del Yunque y cada una de ellas se dedica a un aspecto distinto de la teología. Los sacerdotes del Martillo Plateado recorren las tierras del Imperio expulsando a los herejes, aniquilando pieles verdes y difundiendo la fe en el culto a Sigmar. Los sacerdotes de la Orden de la Antorcha administran las iglesias y los templos de Sigmar, oficiando sus ceremonias religiosas, mientras que la Orden del Yunque es una orden monástica que se dedica al estudio e interpretación de la palabra de Sigmar.

Marius van Diesl
Marius van Diesl fue un cazador de brujas temible que persiguió a los enemigos del Imperio durante la época de los Tres Emperadores. Muchos de los que le conocieron, le consideraban un hombre severo, pero totalmente consagrado a su tarea. Marius poseía un sentido de la justicia y del honor del que a menudo carecen otros de su credo. Al gozar de una inclinación natural por la psicología y la interpretación de la gente, Marius desempeñó su vocación de cazador de brujas con gran éxito. Sin embargo, en algunas ocasiones, su sentido de la perspectiva le llevó a provocar situaciones que escapaban de su control.

La vida en los caminos y las constantes batallas dejaron a Marius demacrado y agobiado y la última mención que existe sobre el en los anales de los cazadores de brujas relata que a los cincuenta años todavía conservaba una buena forma física, pero que los elementos habían empezado a cobrarse su precio. Normalmente iba vestido de negro, por lo que la figura de Marius resultaba aún más siniestra y su voz era grave y amenazadora aunque sabía cuando utilizar un tono amable (aunque no demasiado a menudo). Recorrió todo el Imperio persiguiendo a los que tenían contacto con los poderes del Caos y la hechicería oscura, con una banda leal de seguidores, entre los que estaba su leal compañero, Ruprecht, conocido como «El Oso» por su gran estatura.

La herejía sigmariana
Aunque unidos en su creencia, el Culto a Sigmar se ha dividido en diferentes facciones de seguidores. Las diferentes prácticas de cultos por todo el Imperio ha provocado varios cismas que han amenazado con destruir la iglesia, aunque, de momento, ha podido evitarse este destino terrible.

La política interna referente a la elección de los lectores y archilectores ha provocado mucha controversia, aunque estos hechos solo tienen una importancia relativa comparados con los intentos deliberados de dividir la iglesia.

De acuerdo a algunas leyendas, Sigmar solo era mitad mortal ya que era hijo de Ulric y una mujer. Esta historia se promulga abiertamente por el Culto de Ulric, que también destaca que el propio Sigmar fue coronado emperador por el gran sacerdote de su orden. Hubo un momento en el que los sacerdotes de Sigmar llegaron a ser considerados herejes durante una época denominada la Herejía sigmariana. En el año 1360 Ottilia de Talabecland se autoproclamó Emperatriz, contando con el apoyo del gran sacerdote de Ulric que era un Elector (designado como contrapeso ante el poder creciente del Gran Teogonista). Durante algún tiempo, las relaciones entre los dos cultos fueron tensas y, cuando el Conde de Stirland, el antiguo rival de Ottilia, fue elegido Emperador, ella se puso en contacto con el gran sacerdote de Ulric y le convenció de que la iglesia de Sigmar se había fundado sobre una mentira y que la visión no era más que una señal de que el reinado de Sigmar había sido bendecido por el Culto de Ulric. Esta afirmación encajó a la perfección con las ambiciones políticas del gran sacerdote de Ulric, que declaró herejes a todos los seguidores del Culto de Sigmar y a continuación fue prohibido en Talabecland. Los templos de Sigmar fueron quemados y sus seguidores fueron perseguidos por los cazadores de brujas. Esta situación se prolongó durante cientos de años hasta la aparición de Magnus el Piadoso…

Sacerdotes guerreros
Los sacerdotes guerreros de Sigmar que acompañan a los ejércitos imperiales como oficiales de alto rango y representantes del dios estatal se denominan comúnmente sacerdotes guerreros. El estado cree un deber religioso la inclusión de los sacerdotes guerreros en el ejército por lo que es el propio emperador quien los envía. Los sacerdotes guerreros desempeñan funciones de arúspices, adivinos, intérpretes de la voluntad de Sigmar y, en este sentido, aconsejan a los comandantes de ejército. Los sacerdotes son miembros de la iglesia y del propio ejército. Los sacerdotes guerreros forman parte de los ejércitos de Reikland en representación del propio emperador ya que todas las instituciones militares de Reikland tienen un templo consagrado a Sigmar. El sacerdote que dirige este templo es el sacerdote guerrero que también acompañará a las tropas a la guerra y, luchará junto a ellos en cruentas batallas. En ocasiones, otros estados también incluyen a sacerdotes guerreros en sus ejércitos, aunque Sigmar está asociado principalmente con Reikland y el Emperador, del mismo modo que Ulric está asociado con Middenland (aunque su culto también se ha extendido a todo el Imperio). Los guerreros sacerdotes son celotes religiosos a los que guía Sigmar para realizar acciones de verdadera valentía y fuerza. Estos individuos han evitado más de una derrota evitando que las tropas imperiales huyesen y liderándolas a una victoria gloriosa. Por ello, es creencia popular que estos héroes han sido bendecidos por la voluntad divina de Sigmar…

Kriesmann Henckler
Bajito, regordete, calvo y con la complexión física de un hombre demasiado dado a la bebida, Kriesmann Henckler, no coincide demasiado con la percepción común del aspecto habitual de un cazador de brujas. Sin embargo, tras la sombra se oculta la figura de un sigmarita feroz y devoto. Tras reunir un ejército compuesto de cuarenta hombres y mujeres, se dedicó a perfeccionar la caída de los enemigos de Sigmar a distancia.

Su momento llegó con la destrucción de La Bruma Gris, un culto vil de Slaanesh responsable de un brote de abducciones de niños en muchas de las ciudades más importantes del Imperio. A la orden de Henckler, doscientos dieciséis miembros de esta organización insidiosa fueron detenidos durante una noche. En el proceso llevado a cabo en Grunburg, Henckler encontró culpables a todos los cultistas acusados. Debido a la fuerza de las evidencias, Henckler tuvo que pasar meses recopilando y destruyendo todas las coartadas y las pruebas de inocencia. Todos los miembros del culto de La Bruma Gris fueron sentenciados a muerte por conflagración.

Templarios
En general, las órdenes de caballería imperiales tienen su base en la casa capítulo y no tienen una relevancia religiosa particular. Se tratan de lugares o centros de nobleza marcial con una serie de tradiciones que pueden implicar o no la celebración de uno o más dioses, victorias famosas, el día del fundador, etc. Las órdenes de caballería suelen ser fundadas y mantenidas por nobles influyentes o familias nobles (a menudo, de condes), aunque sean órdenes de un templo. Esta situación tiende a desarrollarse durante períodos de anarquía y malestar social, períodos en los que los templos corren el peligro de ser saqueados por bandidos y herejes. Para evitarlo, los templos atesoran fondos y fundan su propia orden de caballería, que, suelen incluir a los hijos más jóvenes de las familias nobles o nobles de menor rango que no han podido unirse a otras órdenes de caballería más antiguas. El auge de las órdenes templarias es una señal de los oscuros tiempos actuales y su número aumenta cada año.

La iglesia de la actualidad
En los oscuros tiempos que corren en la actualidad, se necesita más que nunca de la fe en Sigmar. Las tribus del norte han sido replegadas a sus frías estepas, pero el precio pagado a cambio de esta proeza ha sido el del hambre, la enfermedad y las privaciones a gran escala. Muchos habitantes del Imperio se han volcado en la iglesia en busca de guía y otros, se han convertido en flagelantes (recorriendo los caminos del Imperio para propagar su mensaje apocalíptico). Son tiempos oscuros para el Imperio, aunque, la fe en Sigmar y el valor, pueden ayudarles a sobrevivir.

Archielector de Sigmar

Los archilectores son los sacerdotes de mayor rango del Culto de Sigmar, con capacidad para controlar un gran poder que puede ser tanto físico como espiritual. Personifican el aspecto de dios guerrero de Sigmar y sienten un odio feroz por todo lo relacionado con el Caos. Un archilector de Sigmar es un individuo vehemente, ferviente y orgulloso, con un brazo fuerte para blandir un martillo en nombre de su dios. Son los promulgadores de la fuerza y el combate ya que su deber les lleva a luchar contra los depravados, los impíos y los impuros, para hacerles pedazos con toda la fuerza de su ira sagrada.

Un archilector de Sigmar se considera un opción de comandante del ejército imperial, aunque no puedes incluirlo en un ejército del Culto de Ulric o de Middenland.

M HA HP F R H I A L

Archielector 10 5 3 4 4 3 5 3 9
Caballo de guerra 20 3 0 3 3 1 3 1 5
Armas: martillo de guerra (arma de mano).

Opciones
Puede equiparse con armadura ligera (+3 ptos) o armadura pesada (+6 ptos). Además, puede equiparse con escudo (+3 ptos).
Puede equiparse con un segundo martillo de guerra (+6 ptos) o un martillo de guerra a dos manos (arma a dos manos +4 ptos).
Puede ir montado en un caballo de guerra (+15 ptos) que puede equiparse con barda (+6 ptos).
Puede elegir objetos mágicos de la lista común, o de la lista específica del Imperio, por un valor total máximo de 100 ptos.
Reglas especiales
Bendición de Sigmar: los archilectores de Sigmar son bendecidos por Sigmar y pueden invocar la protección de su dios frente a la hechicería oscura del enemigo. La presencia del archilector en el ejército permite disponer de dos dados de dispersión adicionales durante la fase de Magia enemiga.

Furia justiciera: Cuando un archilector se une a una unidad, comparten el odio hacia los siguientes ejércitos: Caos (Guerreros del Caos, Hombres Bestia, Enanos del Caos y Demonios), los No Muertos (Reyes Funerarios y Condes Vampiro) y los Skavens. Recuerda que este poder no afecta a los personajes (ya que son más difíciles de influenciar que los guerreros), o unidades inmunes a psicología. Además, los archilectores nunca se unirán a unidades que no sean devotas de Sigmar, por tanto, no pueden unirse a unidades de caballeros del Lobo Blanco o de Kislevitas.

Plegarias a Sigmar: un archilector puede lanzar las mismas plegarias que un sacerdote guerrero, aunque con un nivel de energía 4; además, puede lanzar dos plegarias por turno.